Claro que agradezco las felicitaciones recibidas y me sumo a los buenos deseos y al
jolgorio general propios de estas fechas, pero debo advertir que, aunque el 1
de enero a las 0 horas, como todo lo que se celebra y se conmemora, tiene un
significado astrológico, en realidad el año astrológico comienza en torno al 21
de marzo con el 0 de Aries. El 24 y el 25 de diciembre tuvieron su significado
celeste en otra época, pero el desfase del calendario empleado entonces se lo
hizo perder. El año 2017 de nuestra era, si nos atuviéramos a la efemérides
histórica que supuestamente la inicia, debería de ser más bien el 2023. Finalmente,
el acontecimiento que inauguró la era se celebra el 25 de diciembre porque el
Cristianismo en su día tuvo que asimilar a otras tradiciones más antiguas, pero
los astrólogos tenemos serios motivos para sostener que Jesucristo en realidad
nació un 1 de marzo muy especial, porque tenía que ser muy Piscis.
Los sumerios,
caldeos y persas celebraban su año nuevo con el equinoccio de primavera, y
precisamente hace 4.000 años, cuando se comenzó a practicar Astrología en
Sumeria, el día del solsticio de primavera el Sol transitaba por la
constelación de Aries. Mucho después se supo que las estrellas fijas no eran
tales, sino que se movían a razón de unos tres grados cada dos siglos, es decir
los 30 grados de un signo zodiacal tropical cada 2.000 años, se distinguió
entre zodiaco de las constelaciones o sideral y zodiaco de los signos o
tropical, y se estableció que el punto vernal, donde se produce la intersección
entre eclíptica y ecuador y por donde transita el Sol el día del equinoccio de
primavera, era el 0 del signo tropical de Aries, y a partir de ahí se trazaban
los 12 signos tropicales, que toman su nombre del de la constelación con la que
más o menos coincidían hace unos 2.000 años. Por eso el año astrológico
comienza el 21 de marzo con el 0 de Aries, y es entonces cuando se traza la
carta de revolución solar de ese año solar para cada lugar concreto.
Los antiguos
romanos seguían esa tradición y comenzaban su año en marzo con el solsticio,
mes de Marte porque era con el comienzo del buen tiempo que se reanudaban las
guerras interrumpidas con el invierno. A partir del año 153 A.C. el comienzo
del año se adelantó al 1 de enero, ya que la creciente complejidad de sus
campañas militares obligaba a elegir antes a los cónsules de ese año, para que pudieran
hacer los preparativos necesarios con la antelación suficiente.
Cuando el año
46 A.C. Julio César instituyó su calendario juliano, a fin de corregir el
desbarajuste existente, el solsticio de invierno y celebración del nacimiento
del Sol invicto caía el 25 de diciembre. El año juliano es de 365,25 días por
año, con 3 años normales de 365 días y un año bisiesto de 366 cada 4 años. No
obstante, la duración real del año solar no es de 365,25 días, sino de 365,
2425. Los años julianos se adelantaban respecto de los años solares 1 día cada
128 años, lo que llevó a que para el 354 D.C., cuando el papa Liberio decretó
que el nacimiento de Jesucristo se celebrara el 25 de diciembre, ya no
coincidiera con el solsticio de invierno, que se había desplazado al 21 de
diciembre. El 0 de Capricornio tiene significado astrológico, pero como fase
final del ciclo anual que comenzó con el 0 de Aries.
¿Por qué digo
que no estamos en el 2017 de la era cristiana? Porque Jesucristo no pudo nacer
en el año 1, si el rey Herodes que ordenó la muerte de los inocentes de
Bethlehem a fin de eliminarlo ya había muerto el 4 A.C.. El rey Herodes decretó
la muerte de todos los niños menores de dos años que hubiera en Betlehem, por
lo que Jesucristo debió de nacer entre el 7 A.C. y el 4 A.C..
Para afinar tanto
el año como día de nacimiento contamos con la ayuda de la Astrología. Recoge el
evangelio de San Mateo que unos magos “vinieron del oriente a Jerusalem”
diciendo “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su stellium hemos visto en el oriente, y
venimos a adorarle.” San Mateo no detalla su número ni sus nombres, que fueron
objeto de tradiciones posteriores, aunque su origen tiene que ser persa, ya que
emplea el término “magos” (magoi en
el original en griego). Entre febrero
del 7 A.C. y febrero del 6 .C. Júpiter y Saturno transitaron por Piscis,
haciendo conjunción triple en mayo, octubre y diciembre del 7 A.C.. ¿Qué mejor stellium (conjunción) que la gran
conjunción de Júpiter y Saturno en Piscis, la última del ciclo de conjunciones
en signos de agua? Eso ya lo advirtió Kepler en 1613, aunque él pensaba que la
estrella de los Magos era una estrella nueva, es decir una nova, similar a
aquélla que él había observado en 1604, que coincidiría con la conjunción
Júpiter-Saturno del año 7 A.C. en modo similar a la del año 1604 D.C., estando relacionada
la primera con el nacimiento del Cristianismo, y la segunda con la Reforma.
Algunos astrólogos,
empeñados en interpretar el texto del Evangelio "nacido de una
virgen" como "nacido en el signo de la Virgen", sitúan el
nacimiento de Jesucristo entre el 14 y el 15 de septiembre del 7 A.C., de forma
que el Sol natal situado en 19º Virgo esté en oposición con la conjunción de
Júpiter y Saturno en 19º Piscis. Ello coincidiría con la tradición astrológica
esenia que atribuye a los nacidos en el primer decanato de Aries y en el
tercero de Virgo la máxima proporción de 9 partes de luz y 0 partes de
tinieblas.
La fecha
preferida personalmente por mí para situar el nacimiento de Jesucristo es el 1
de marzo de 7 AC, porque es el momento de máxima concentración de planetas
(Sol, Luna, Venus, Júpiter, Saturno y Urano) en Piscis, lo que representaría el
comienzo de la era de Piscis. Ese día los magos verían un gran stellium sobre
el fondo de la constelación de Piscis (el stellium de Belén). No otro
significado tiene la fotografía de la portada de este blog. Evidentemente un
héroe solar debe nacer con la Luna Nueva anterior al solsticio de primavera. Su
martirio y resurrección coincidirían con la Luna Llena posterior (Pascua judía
o Pesaj), siendo el domingo de resurrección
el inmediatamente siguiente a dicha Luna Llena.
El astrólogo Don
Jacobs (1927-1981), quien pasó su vida estudiando esta carta, sitúa la hora de
nacimiento a las 1:21 a.m.. Aparte de que la tradición sitúa el nacimiento a la
medianoche, es normal que una gran figura religiosa tenga los planetas de su
carta concentrados en el eje casa 3- casa 9. Igualmente el Ascendente en Sagitario.
Los magos no lo conocían, pero Plutón y Marte en Virgo en la casa 9 opuesto al stellium en Piscis en la casa 3 es señal
de quien va romper con el orden establecido hasta entonces, y va a pasar por grandes
pruebas. El signo de la Virgen tiene protagonismo en la carta, porque el Medio
Cielo, el lugar de la madre, está en 26º Virgo justo haciendo conjunción con la
estrella Spica (que hace 2023 años estaba casi 30º retrasada respecto de la
posición actual). Neptuno en la casa 11 (los amigos y los grupos) en trígono
con la Luna Nueva es propio de quien va a tener discípulos y va a fundar su iglesia.
Fabuloso gracis por este baño de sapiencia
ResponderEliminarKepler situaba el nacimiento de Jesucristo el 22 de agosto del 7 A.C., unos meses después, porque entonces todos los planetas, salvo Saturno, estaban en su domicilio: Sol en Leo, Luna en Cáncer, Mercurio en Virgo, Venus en Libra, Marte en Escorpio y Júpiter en Piscis, que era dispositor de Saturno y estaban en conjunción.
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